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Un verde bosquecillo de bambú, la superficie fría y silenciosa de un lago, una luna solitaria, una nube ondulante: todo ello evoca sentimientos sobre el espíritu de Asia, lleno de maravillas y calidez. “El viento juega a través de las ramas con ritmo, un joven bosquecillo de bambú baila El viento se ha ido, para nunca volver Cielo azul, nubes amables y gentiles” En esa manera suave, en esa profunda tranquilidad, flota el aroma y las imágenes del Zen, de un corazón perfectamente bello. El viento juega a través de las ramas con ritmo, un joven bosquecillo de bambú baila El viento se ha ido, para nunca volver Cielo azul, nubes amables y gentiles. Un cisne vuela por el lago otoñal Agua cristalina, soñadoramente tranquila. La luna suspendida en lo alto La sombra del cisne desaparece en la amplitud El viento ha estado libre durante miles de años El bosque de bambú permanece en silencio Un lago cristalino no retiene la sombra Una vez pasa, el cisne no vuelve nunca más Ay, tan inquieto el crepúsculo Tan sublime el espíritu de Asia Por mil años, mil años todavía Como preciosa seda bordada. Việt Nam, Việt Nam, los sonidos que escuché cuando vine a este mundo Việt Nam, las dos palabras en mis labios Việt Nam, mi país. Việt Nam es su nombre Việt Nam, mis dos últimas palabras al separarme de esta Tierra Việt Nam, aquí está la tierra de la belleza Việt Nam trae a los ríos y a las montañas la libertad eterna, la justicia, y la compasión. Việt Nam no exige huesos ni sangre Việt Nam llama al amor fraternal Việt Nam construye paz y felicidad duraderas Việt Nam, en el camino hacia el futuro, la llama sagrada ilumina el globo Việt Nam jura defender al mundo. El amor es el arma El amor se devuelve a decenas de miles de lugares Việt Nam, la voz que fomenta el amor entre la humanidad Việt Nam, Việt Nam Việt Nam, mi patria brilla con resplandor Việt Nam, Việt Nam, Việt Nam para siempre. “La belleza es a menudo desafortunada; El cabello de un poeta encanece ¡antes que el de los demás’. Desde tiempos inmemoriales, la belleza y el talento a menudo tuvieron que soportar muchas angustias y juicios erróneos. Lo mismo les ocurrió a los poetas y santos, ya que la gente mundana en su mayoría es incapaz de reconocer la elegancia interior y la bondad de las almas altamente desarrolladas. “¡Ay! ¡Ay! En el altar de Buda, encendí un fragante incienso En reverencia Y recé al Buda Amitabha Para que llevara a los de buen corazón a la Tierra Occidental...» En una tierra extranjera, te conocí hace algunos años. Tu túnica de monja, del color marrón descolorido, Tanto la vida mundana como la renuncia incierta. Nacida con una personalidad obstinada, En forma femenina, soportaste la controversia. Leo los viejos versos con nostalgia - Una línea alegre aquí, una línea de queja allá. Cada frase pulida Todavía refleja en silencio tu gracia y elegancia. Cuando falleciste, ¿quién lloró y quién se alegró? ¿A quién pudiste explicar los los errores de juicio y la confusión? Reza a las Tres Joyas en la alta morada ¡Que el Alma Despierta sea salvada del mundo del dolor! La belleza es a menudo desafortunada; El cabello de un poeta encanece ¡antes que el de los demás! ¡Ay! ¡Ay! En el altar de Buda, encendí un fragante incienso En reverencia Y recé al Buda Amitabha Para que llevara a los de buen corazón a la Tierra Occidental... Namo Buda (Maestro Iluminado) Namo Dharma (Enseñanzas de la Verdad) Namo Sangha (Asamblea Santa) ¡Namo Quan Yin Bodhisattva Mahasattva! Para llevar a los de buen corazón a la Tierra Occidental... Cuando el amor es aún joven, el mundo tiene un tono rosado; los meses y los días están llenos de sueños y flores, las palabras son como música, y en este reino terrenal parece que sólo existen dos corazones exuberantes bajo un cielo iluminado por la luna y lleno de magníficas estrellas. Si el amor ya no existiera, sería el reino de la Muerte. Sería el reino de la Muerte. Nuestros espíritus se sentirían tan gastados, Sin ningún lugar a donde ir. Querida mía, continúa este hermoso sueño, Inocente como nuestra infancia. Susurremos tiernamente, Con palabras fragantes como orquídeas. No más momentos de despedida Al atardecer en el jardín. Sólo el susurro de nuestro amor y tus manos calentando las mías, como si todo el pasado lejano fuera uno con el presente, una eterna canción de cuna. Juntos, viajaremos a un maravilloso paraíso. Juntos, estaremos en éxtasis para siempre...