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Como soy muy amable con ellos, a menudo se ofrecen de voluntarios para ir al restaurante y traerme la comida. Si hace frío, me decían: “Siéntese en el taxi, espere ahí, no salga. Yo voy por usted. Traigo la comida”. Si estoy en el restaurante, siempre les doy una porción. Ven, como ordeno dos, una para mí y también para que el taxista tuviera una. (Cierto.) Y no los conozco a todos. No conozco a ningún taxista.